El año pasado, el banquero de inversiones Carlos García se encontró en el empinado y accidentado viñedo Les Manyes de la región española del Priorat, rasgueando una guitarra. La actuación improvisada en la bodega Terroir al Limit se produjo después de un picnic con jamón ibérico, aceitunas, quesos locales y ricos vinos tintos, y fue para un pequeño y selecto grupo de amantes del vino.
Todos formaban parte de Vines Global, un club de vinos privado exclusivo para miembros, y habían pasado la mañana mezclando sus propias y exuberantes cuvées bajo la tutela del célebre enólogo de la finca, Dominik Huber.