POLÍTICA

«No me arrepiento de mi oposición a Rita Barberá. Fue el PP quien más la maltrató»


A primera hora de la mañana, un nutrido grupo de turistas ya visita el Ayuntamiento de Valencia y contempla la plaza que lo acoge desde el balcón del consistorio. Abrirlo a la ciudadanía fue una de las primeras medidas que tomó Joan Ribó (Manresa, 1947) cuando accedió al poder en 2015. Un triunfo histórico de la izquierda que destronó a Rita Barberá, la alcaldesa con el mandato más largo de la democracia.

Frente a quienes lo califican como un alcalde ‘sin ganas’, el candidato de Compromís -la fuerza más votada en la ciudad en 2019- afirma que todavía le queda carrete y muchos proyectos en cartera. Para ello, pese a las discrepancias que han ido surgiendo en estos ocho años al frente de la tercera capital del país, quiere reeditar la coalición de gobierno con el PSPV tras las elecciones del 28 de mayo. Sabe que el resultado, a tenor de las encuestas, será ajustado.

De la pared del pasillo que lleva a la sala habilitada para las recepciones oficiales, situada junto al Salón de Cristal, cuelgan los retratos de sus predecesores. Ribó recibe a ABC en Alcaldía, poco antes de estrenar la agenda institucional de la jornada. En una extensa conversación a tres días de que se inicie oficialmente la campaña, el primer edil muestra más moderación en sus políticas de movilidad, hace balance de su gestión, no elude el choque con su principal contrincante -la alcaldable del PP, María José Catalá- y se pronuncia sobre el futuro político de Yolanda Díaz y Mónica Oltra.

—Era partidario de establecer una limitación a dos mandatos. ¿Quién y qué le convenció para seguir?

—La mitad de este segundo mandato prácticamente lo hemos dedicado a tratar temas derivados del covid y no hemos podido abordar o terminar otros proyectos. Por ello, me convencieron y me decidí a continuar con un tercero.

—De ser reelegido, ¿agotará los cuatro años?

—Si me encuentro en buenas condiciones, sí. Si me presento es para un tercer mandato.

—¿Tiene en mente algún sucesor?

—Eso es mi organización quien lo decide. Antes hemos hecho primarias y ahora hemos hecho un proceso de elección en una asamblea general de todos los partidos. Yo no soy nadie para determinarlo.

—Dice que no le importaría ser vicealcalde, pero ¿se quedará en la oposición si no gobierna?

—Siempre he dicho que mi primer objetivo no es ser alcalde, sino que haya un tercer gobierno progresista. Gobernar en coalición es bueno y hemos demostrado que funciona. Puedo presentarme sin avergonzarme de mis compañeros de gobierno, cosa que no todas pueden hacer. Y ya sabe de quién estoy hablando. Por eso hablan de gobiernos en solitario cuando las encuestas no lo dicen. Estoy trabajando y haciendo campaña para mantener la Alcaldía, pero si los electores determinan otra cosa, lo haré.

Balance de gestión

«Mi gran error ha sido no ser consciente de que las cosas tienen un tiempo»

—¿Cuál ha sido su mayor acierto y su peor error durante estos ocho años?

—Creo que el mayor acierto ha sido apostar por una ciudad que sea cómoda para la gente, cada vez más habitable y eso se ve paseando por aquí. Lo que antes eran grandes rotondas, hoy son grandes plazas donde la gente se mueve libremente. Los coches conviven con otras formas de desplazarse. Se han impulsado los carriles -que a mí no me gusta llamarles bici, pero no he encontrado la palabra- de bicicletas, de patinetes y de vehículos para personas discapacitadas. Y sobre todo también se han ampliado las aceras, porque la primera forma de moverse dentro de la ciudad es ir andando. Por el contrario, el gran error creo que ha sido no ser consciente de que las cosas tienen un tiempo, de que a veces intentar acelerar los procesos no consigue acelerarlos, sino que incluso los puede retardar.


Joan Ribó, durante su entrevista con ABC en el Ayuntamiento de Valencia


MIKEL PONCE

—¿Entiende que los cambios o las restricciones al tráfico privado se critiquen cuando no existe alternativa?

—Por supuesto que lo entiendo. Valencia es una ciudad que no tiene industria en su término municipal y la gente tiene que salir y volver para trabajar. Si miramos la movilidad metropolitana nos damos cuenta de que, por desgracia, está en pañales. Fue terrible que el Consell Metropolitano de l’Horta se disolviera y no se hicieran las políticas de movilidad que se han empezado a hacer ahora. Además, está el desastre de Cercanías: más de la mitad de las inversiones se hacen en Madrid, los demás no existimos. Eso se traduce en que hacen falta coches para desplazarse y se ve en las entradas de Valencia. La movilidad está tensionada y eso nos obliga a plantearnos el tema de los aparcamientos [ha anunciado 2.000 nuevas plazas], que sino no sería tan necesario. La movilidad de dentro de la ciudad está avanzando de una manera muy normal.

—Tras ocho años de experiencia como alcalde, ¿se arrepiente del trato dispensado a Rita Barberá cuando estaba en la oposición? Por ejemplo, en la campaña del ‘Ritaleaks’ que quedó archivada en 2015.

—No me arrepiento. Nunca llevábamos esos casos al juez, siempre al fiscal, porque creíamos que había elementos que valía la pena investigar ante las posibilidades de delito. Cuando falleció la anterior alcaldesa, un familiar suyo dijo que quien la había maltratado más eran sus propios compañeros de partido. La señora Catalá, que está hablando tanto ahora de Rita Barberá, en su momento votó a favor de quitarle el cargo de senadora por ser indigna. Yo eso no lo he hecho. Quien se levantaba de la mesa cuando llegaba ella para comer en el Senado, no era yo. Pero sí que había senadores del PP que lo hacían. Yo tengo memoria.

—¿Pero por qué se han negado a cualquier tipo de reconocimiento a su figura, teniendo en cuenta que fue alcaldesa durante 24 años?

—Es lógico y razonable. No es el momento para planteárselo. Toda su familia está en los tribunales por temas estrechamente vinculados con ella y su gestión. Dejemos pasar el tiempo, veamos cómo se resuelve esto. Si al final se queda en nada, y es una posibilidad, pensaría de otra manera. Pero es que el señor Corbín [abogado y cuñado de Barberá imputado en el caso Azud] y sus hijas [sobrinas de la anterior alcaldesa] están siendo investigados por la Justicia. Una de ella es asesora de María José Catalá en el Ayuntamiento. Entiendo que Catalá tenga que reconciliarse con el entorno de la señora Barberá y lavar sus ‘pecados’, pero ese es su problema.

Compromís

«Mónica Oltra es un activo importante, pero está en una situación difícil para concurrir a las generales»

—¿Están abiertos a un intercambio de concejalías con el PSPV en caso de que reediten su pacto de gobierno? ¿Cuál sería irrenunciable?

—Es un tema que hemos planteado tanto Compromís como el PSPV. En el momento en el que vayamos a reeditar el gobierno progresista, porque estoy convencido de que lo haremos, hablaremos de todo sin tener nada adjudicado a nadie. Vamos a empezar de cero. No hay nada irrenunciable. Es bueno que, aunque una persona se mantenga como concejal, no tenga que estar necesariamente en las mismas áreas.

—¿Se han aparcado proyectos importantes porque chocan las posturas entre partidos?

—No. Evidentemente, no tenemos las mismas posiciones frente a todos los temas, pero los hemos discutido. Tenemos una reunión semanal de coordinación, aparte de llamadas telefónicas cuando hay un tema urgente. Hemos llegado a un acuerdo en el PAI del Grao o en el Cabañal. Estamos discutiendo el tema urbanístico de Benimaclet, porque es más complejo al intervenir la relación con la huerta. Pero, al final, de las dos posiciones que no son unánimes y tras un debate, llegamos a una síntesis. Este Ayuntamiento, en ocho años, ha sido de los primeros en aprobar presupuestos de toda España y no hemos tenido ninguna votación significativa diferenciada sobre ningún tema.

—¿Y en la ampliación del puerto?

—Ahí hay una diferenciación muy clara entre el PSPV y Compromís pero, al mismo tiempo, hemos llegado a acuerdos sobre mociones conjuntas en el Ayuntamiento al menos dos veces seguro. Posiciones intermedias en las que, de alguna manera, por nuestra parte reconocemos que el puerto tiene un impacto económico importante y, por su parte, reconocen que tiene una serie de elementos que afectan a la ciudad y se tienen que paliar. Vamos a discutir sobre este tema, pero llegamos a acuerdos que nos permiten avanzar y votamos conjuntamente. Estoy contento con esas posiciones.


Joan Ribó, durante su entrevista con ABC en el Ayuntamiento de Valencia


MIKEL PONCE

—¿El acuerdo con Podemos y EUPV ha sido imposible por una cuestión de puestos en las listas? ¿Teme que se pierdan muchos votos si no consiguen representación?

—No ha sido, en absoluto, un problema de ubicar a personas. Es lógico que si tú tienes unas elecciones autonómicas y municipales, o vas conjuntamente en las dos de la misma forma o mareas al personal. Llegar a un acuerdo en Valencia entre Compromís y EU, que era una cosa que teníamos muy adelantada, y no llegar a ese acuerdo a nivel autonómico y que vayan con Podemos, era algo inteligible. Podemos le planteó a EU que para ir juntos debían concurrir también en las cuatro grandes ciudades. Eso fue lo que rompió el acuerdo. Me hubiera gustado, porque creo que entonces no se hubiera perdido ningún voto. Cada uno tiene que votar en conciencia y hacer lo que crea conveniente, sabiendo que la situación en la ciudad es compleja y está ajustada como en toda España.

—Finalmente se ha optado por una opción de consenso y Yolanda Díaz estará en actos de campaña con Héctor Illueca (Unides Podem) y con usted. ¿Debería haber esperado a lanzar su candidatura a las generales hasta después del 28M?

—No sabría decirte. Ellos tienen sus análisis y toman sus decisiones. No estoy en condiciones de decirlo. Para mucha gente, Yolanda Díaz estaba tardando mucho en tomar esa decisión o, como decimos aquí, se le estaba pasando el arroz. Evidentemente, habríamos evitado algunos problemas, pero las elecciones de final de año se van acercando y hay que ir tomando decisiones. Creo que al final Yolanda Díaz ha tomado una decisión razonable. Su proyecto no es para estos comicios, sino para los siguientes y creo que su decisión permite que, una vez pasado el fragor de las elecciones del 28 de mayo, podamos ponernos a hablar de las generales.

—¿Mónica Oltra sería un activo electoral para Compromís de cara a esas generales?

—Sí, pero si se retrasa seis meses más todo el proceso judicial, va a estar en una situación difícil para poder concurrir. A mí me encantaría que estuviera en disposición de poder trabajar ese tema.

—¿Mantienen el contacto?

—Mantengo con ella los contactos normales que he tenido siempre con ella. Yo tengo mis años y ella tiene sus pocos años, por decirlo así. No somos de la misma generación. Cuando yo era coordinador general en Esquerra Unida, ella era de Juventudes. Lo que es evidente es que es un activo importantísimo.

—¿Compromís debería avanzar hacia una estructura tradicional de partido y dejar atrás la coalición?

—No de partido, pero sí quizás a una estructura más organizada, más de federación de partidos. Se ha utilizado en Cataluña o en el País Vasco. Sería bueno tener algo más estructurado. Es algo que estamos hablando. No sé cuándo, pero espero que algún día lo consigamos.

Modelo de ciudad

«Valencia no tiene que crecer enloquecidamente. No me la imagino como Madrid o Barcelona»

—¿Por qué vamos tan tarde en materia de vivienda?

—Es cierto que vamos tarde, pero en 40 años de democracia no habíamos tenido una ley de vivienda. Valencia es una ciudad que ha pasado de ser la capital de la corrupción en 2015, a ser una capital que internacionalmente se le reconoce como uno de los mejores sitios para vivir. Eso supone que tiene muchos turistas, muchos apartamentos turísticos y muchos nómadas digitales que se vienen a vivir aquí. Más de la mitad de las compras son de gente no española. Todo eso dispara los alquileres y el precio de compra y nos obliga a actuar.

La propuesta de Pedro Sánchez de avalar el 20% de las hipotecas a jóvenes creo que no es una feliz idea. El Parlamento británico dejó claro que eso supone un incremento de precios y creo que esa no es la solución, que pasa por buscar viviendas públicas propias del Ayuntamiento, de cooperativas o público-privadas con alquiler asequible. Será la primera tarea del nuevo mandato. En estos momentos los trabajos ya no son para toda la vida y tener una vivienda en propiedad tampoco es una cosa tan necesaria, igual que ocurre en Europa.

—¿Esa exposición internacional de Valencia como ‘mejor ciudad para vivir’ fomenta la especulación?

—Seguro que sí. Es la otra cara de la moneda. Si tú haces una ciudad maravillosa, y lo es para el turista, automáticamente tienes que plantearte que no quieres ser como Venecia, Amsterdam o Barcelona. Queremos ser una ciudad con turistas, pero con turistas de hotel, con control de los cruceros, de los apartamentos turísticos y de las adquisiciones. Habrá que plantearse, como Portugal o Canadá, si son necesarias las ‘golden visa’, aunque eso no podemos hacerlo a nivel municipal. Valencia, con 800.000 habitantes, es una ciudad cómoda y amable, que no tiene que crecer enloquecidamente. No me la imagino como Madrid o Barcelona. Si nos hacen tanta propaganda, te enorgullece y te empodera mucho, pero al mismo tiempo, te genera nuevos problemas.


Joan Ribó posa en su despacho del Ayuntamiento de Valencia


MIKEL PONCE

—¿A qué se debe el atasco de licencias municipales que le recrimina la oposición?

—Cuando una persona pide una licencia, el funcionario tiene que ir a los archivos y empezar a hurgar en un mar de papeles. Te voy a poner un ejemplo. Le planteé al señor de Mercadona la posibilidad de que en el Tinglado 4 se pudiera ampliar Lanzadera. Teníamos un informe de 2014 que decía que se podía construir dentro porque tenía un nivel de protección bajo. Luego me sacaron que otro informe de 2015, también aprobado por el Ayuntamiento, que decía lo contrario. Si eso estuviera informatizado, con darle a una tecla lo hubiéramos sabido.

Estamos avanzado en el proceso de digitalización, que espero que esté terminado pronto. Ahora ya está yendo mucho más rápido que cuando llegamos, pero reconozco que no tiene la velocidad que toca porque queda mucho papel todavía por digitalizar. Hemos introducido un sistema informático que utilizan las grandes empresas, llamado ‘Seda’. Otras administraciones, una de ellas cercana, no han conseguido introducirlo en un año, han tenido que tirar para atrás y hacer los presupuestos con el método antiguo.

Valencia CF

«El hipotético descenso sería un choque que sus seguidores no se merecen»

—¿Cómo es la relación con la Generalitat?

—Buena. A veces hay algún desacuerdo menor, pero en general siempre ha funcionado bien. Por ejemplo, en Servicios Sociales ha habido coordinación y hemos acabado con las listas de espera de dependencia. Cuando llegamos en 2015 la gente se moría antes de que pudiera tener el certificado. Ahora el periodo creo que es de tres meses. No lo hacemos porque tengamos una varita mágica. Ha habido un proceso de ayudas para contratar a personas y hemos aumentado el personal de manera muy significativa. En todos los servicios las cosas han estado funcionando correctamente, pero siempre con un problema: cuando hay dos instituciones, el tiempo se multiplica. Si hay tres, el tiempo es exponencial y ya es terrible. El canal de acceso mi antecesora lo firmó en 2003 y han empezado ahora las obras.

—¿Ha sido el Ayuntamiento demasiado blando con el Valencia CF? ¿Confía en que se reanuden las obras del nuevo Mestalla este año?

—Ahí lo que ha sido demasiado blando son las leyes que permiten que un señor, quien tiene todo el dinero, determine y haga lo que le venga en gana con un equipo de fútbol. En Compromís planteamos en su momento que las personas que forman parte del club tengan una capacidad de decisión importante.

Creo que hemos sido duros. El señor Peter Lim no podrá usar los terrenos, que es la base de negocio fundamental, si no cumple con una serie de normas que están perfectamente establecidas en las fichas urbanísticas: acabar el estadio en unas condiciones determinadas, acabar el polideportivo… Nosotros queremos que se acabe este campo de fútbol que es un símbolo de unas historias pasadas que no nos gusta recordar ni que nadie recuerde.

—¿Un hipotético descenso del club a Segunda División complicaría más ese proceso?

—Evidentemente, no lo favorecería. Pero por encima de todo un hipotético descenso del club sería un choque para miles y miles de seguidores del Valencia que creo que no se merecen. Hemos de hacer todo lo posible para que eso no se produzca.

—¿Está de acuerdo con las quejas vecinales por la sensación de inseguridad y suciedad en la ciudad?

—En cuanto a la inseguridad, que es más objetivable, hay un elemento que ha crecido en toda España vinculado a la violencia de género y estamos trabajando en eso. Por algo hemos introducido la sección Gama de la Policía Local. Dicho esto, los niveles de inseguridad de esta ciudad, a pesar de que hayan crecido algo respecto a 2019, son menores que los de la mayoría de las ciudades españolas. Por tanto, Valencia es una ciudad segura. Fuera de lo que se consideraría delito, también estamos vigilantes con otro elemento que genera malestar, el de los patinetes que circulan por las aceras, y tenemos que intensificar su control.

Respecto a la suciedad, acaba de salir una encuesta de la OCU que pone a Valencia una nota de 4,8. No llega al aprobado, pero cuando llegamos estaba por debajo del 4. Poco a poco estamos mejorando frente a algunas grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, en las que el descenso de los indicadores es de hasta once puntos. Hay un factor que influye: las ciudades más limpias son las del norte, donde más llueve. Y las más sucias son en las que hay más turistas. El incremento del turismo y la escasez de lluvias también han ayudado a generar esa sensación. Este viernes aprobamos los nuevos proyectos de limpieza y se va a notar el incremento de forma importante.


Joan Ribó, durante su entrevista con ABC en el Ayuntamiento de Valencia


MIKEL PONCE

—Las multas en la APR de Ciutat Vella siguen siendo muy elevadas, pese a que lleva en marcha más de un año. ¿Cómo se va a solucionar, sobre todo, de cara a la implantación de las Zonas de Bajas Emisiones?

—Creo que a veces se multa por desconocimiento a gente que entra sin darse cuenta y se lo he comentado al concejal de Movilidad para que se mejore la señalización. Él también me ha comentado que una multa de APR, si se paga pronto, son unos 25 o 30 euros, que no es una burrada. Entonces, también tenemos la sensación de que hay gente que entra y después la paga, como si estuviera en un parking.

Respecto a la Zona de Bajas Emisiones, hemos visto cómo Barcelona ha puesto en marcha el sistema y ha tenido problemas con la Justicia. Queremos ver qué pasa en los tribunales y decir una cosa muy clara: eso no tiene que ser que solo puedan entrar ahí los que se puedan comprar un coche eléctrico. Por poner un ejemplo, la gente de los mercados que van todos los días de un sitio a otro, que tiene coches antiguos porque sus rentas no les permiten comprárselos de alta gama. Habrá que tomar alguna medida para proteger y ayudar a estas personas.

—Tras la experiencia de las últimas semanas, ¿está abierto a implantar la jornada de cuatro días a los funcionarios y a las empresas municipales?

—Hemos hecho una experiencia para analizar sus efectos sobre la ciudad, porque era muy fácil de hacer al tener que trasladar solo un festivo. Nos parece importante que los trabajadores y los empresarios analicen esa posibilidad. El metal alemán está trabajando cuatro días. Hay muchas empresas en el mundo que ya están planteándose este tema. En un momento en que tenemos robotización automatización e inteligencia artificial, igual hay que plantearse distribuir el trabajo y que hay que trabajar un poquito menos. Nosotros analizamos sus efectos sobre elementos municipales: cómo afecta al colegio, a la movilidad, a la contaminación, a la restauración, a la conciliación familiar… Pero a partir de ahí, patronos y sindicatos tienen que discutirlo y el Estado tiene que legislarlo. No es competencia nuestra.

—La última pregunta es la misma para todos los candidatos: ¿Cuánto vale un viaje de metro o autobús urbano y cuánto una barra de pan?

—El metro prácticamente no lo cojo nunca y voy siempre con la tarjeta recargable. El autobús sí que lo cojo con bastante frecuencia, sobre todo los viernes cuando voy con mis nietas, pero ahora hay unos descuentos del 40 al 50% y no te sabría decir el precio exacto de un viaje. Si me preguntas por la barra de pan o por cualquier cosa, como cuando le preguntaron por el café a Zapatero, tampoco sé decírtelo. (Ríe) Los precios no pillo ninguno.



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